El
sueño interminable
Dorotea
era una adolescente de 15 años, muy alegre, que le gustaba mucho
disfrutar de
su
familia. Aunque su carácter era un poco introvertido y a veces se
la veía triste y
taciturna
porque los problemas que existían en el mundo le causaban
tremenda
preocupación.
Desde
muy temprana edad se levantaba al alba. No había quien le convenciera
de hacerlo
más
tarde...
De repente
un día, se quedó profundamente dormida. Pasaban las horas
y nada podía
despertarla.
Su padre, que
era un comerciante influyente, y conocía todos los sistemas de marketing;
comenzó
a hacer una campaña para encontrar la persona capaz de sacarla de
su profundo
sueño.
Puso avisos en Internet, hizo una página Web hablando sobre su hija,
convocó a
todos los medios
de comunicación a una conferencia de prensa. En fin, utilizó
todos los
medios a su
alcance para conseguir que alguien le diera la respuesta a tan extraño
acontecimiento.
Como respuesta
a ese desesperado llamado, le enviaron muchos e-mails, recibió
infinidades
de mensajes de todo el mundo. Brujos, médicos, los más prestigiosos
psiquiatras
y psicólogos debatieron sus opiniones y controversias sin llegar
nunca a un
acuerdo. Nadie
podía conocer el misterio de tal suceso.
Así
pasaron varios meses, mientras Dorotea estaba en un hospital de su
ciudad, por el
que pasaban
toda clase de personajes; a quién más pintoresco. Uno llegó
a decir que
deberían
encontrar un príncipe que se enamorara de Dorotea, pero por
supuesto, no se
trataba de
eso, el problema encerraba algo mucho más profundo.
De repente
un cierto día, amaneció con el cielo de un color tan hermoso
como jamás se
había
visto.
En todos
los noticieros del mundo se escuchaban sólo, buenas noticias y lo
más
importante:
SE HABÍAN
RESUELTO TODOS LOS CONFLICTOS, CAUSAS DE LAS GUERRAS.
No había
más envidia ni maldad o pasiones, tan arraigadas en el ser
humano, como los celos,
el odio o el
deseo de venganza.
Dorotea comenzó
a parpadear, con una gran sonrisa en su boca y abrió los ojos.
Sus
padres que
estaban a su lado, lloraban y a la vez reían, presos del entusiasmo
y la
confusión.
Se entrelazaron en un fuerte abrazo con su hija, le preguntaban cómo
se
sentía
y si recordaba algo de lo sucedido; entonces la joven se incorporó
y dijo:
- ¡Que
hambre tengo!.-
Enseguida se
ordenó que le trajeran lo que más le gustaba, bajo la atenta
mirada del
médico.
Y no tardaron en traerle su sopa favorita de verduras surtidas y
trozos
pequeños
de jamón dulce, una omelette de champignons de París
y queso de Burgos y una
naranja de
Valencia, cortada en finas rodajas redondas, espolvoreadas con canela.
La dejaron
comer tranquila, pero todos estaban espectantes y ansiosos por saber si
Dorotea
conocía la respuesta.
Cuando terminó
de comer, exhaló un gran suspiro, desperezándose y bostezando.
Ante tal hecho,
quienes la rodeaban, se quedaron estupefactos y en suspenso.
Temían
que se quedara otra vez sumida en el interminable sueño.
Pero ese peligro
ya no existía. Lo que había sucedido era que la joven había
entrado en un
sueño
extraordinario. Se encontró de pronto en un mundo tan hermoso, equilibrado
y sin
conflicto alguno,
que no quería dejarlo, hasta que alguien muy importante y con gran
poder
de decisión,
además de saber cómo Dorotea amaba y extrañaba a sus
padres, le preguntó
cuál
era su deseo para dejar ese sueño y poder volver a su mundo real.
Dorotea dijo sin
dudar un segundo:
“Mi deseo es
que este hermoso sueño se convierta en realidad y que la terrible
realidad
del mundo se
quede perdida en una pesadilla que nadie pueda encontrar”
Fue entonces
cuando esta hermosa joven despertó, con su extraordinario sueño
convertido
en realidad.
®SusanaVillafañe
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Esta es una versión
abreviada del cuento. |