Los arándanos
Yo vengo de
otras tierras menos cruentas
donde crece
el arándano y al sol,
el sediento
manzano al brotar muestra
que al olivo
y nogal les da su olor.
Al sentir las
torcazas me subía
en la grupa
de sueños en su busca,
a mirar los
borales con su cría
enarvar su
belleza con la luna.
El brillo de
las alas de gaviotas
ondulantes
cual olas en el mar,
desde el aire
amerizan, tan sedosas,
cercadas por
la bruma y el coral.
Donde nace
el desierto y se agiganta
el bosque
de alcornoques y el poblado,
el águila
imperial y bellas garzas,
beben agua
del lago; en el meandro.
Si una ardilla
o un pájaro se herían
o tallaban
la rama de algún árbol,
el hada por
el bosque triste huía;
montada sobre
el lomo de algún gamo.
Las gardenias
que nacen en mi entorno,
perfuman el
rellano y la escalera
y el vuelo
matinal de los palomos,
con la magia
del verano se despierta.
Al sentir las
torcazas, en su grupa,
en busca de
mis sueños siempre voy,
a vivir todo
aquello que me gusta:
y a encontrar
los arándanos en flor.
®Omar Andrade |